"... la pérdida de nuestros bienes públicos no es más
que un robo legalizado" (Aditya Chakrabortty). Exactamente, así es. Sin embargo, seguimos sin
enterarnos. Nos roban a manos llenas y nosotros aplaudimos a Rajoy Brey
y demás salvapatrias, que no son sino infames mercenarios al servicio
de la megadelincuencia. Quizá nos enteremos de qué va la película cuando
decreten una quita del 100 % en nuestros depósitos y cuentas bancarias.
Es un ejemplo tonto, pero que podría caer mañana mismo (tampoco sería
ninguna gran novedad), y que no se diferencia en nada del robo
sistemático de lo público (que es nuestro) para regalarlo a cuatro
delincuentes, eso que llaman con gran recochineo "privatizaciones". Y es
que el 1 % está incautando, por todas las vías posibles, en
todas partes, y en tiempo récord, todos los bienes del mundo para sí.
TODOS los bienes: desde la tierra que pisamos, el agua, los alimentos,
el dinero... (*). Ríete de los bolcheviques. Es una guerra sin cuartel
de expolio generalizado. Y nosotros en los cerros de Úbeda. ¿Qué les
quedará a nuestros hijos? Nada, cero. Ese es su futuro. Un futuro,
además, como dice Aditya Chakrabortty, difícilmente reversible. Hay que
añadir que el expolio masivo de bienes va intrínsecamente unido al
expolio de derechos y libertades (tenemos un excelente ejemplo de ello
aquí mismo en esa España de Rajoy Brey): el fascismo que está anegando
Europa es precisamente esto, aunque ahora vaya disfrazado con pieles de
cordero y hasta se apropie de reivindicaciones sociales propias de la
izquierda. Ahora bien, que nadie se engañe: el fascismo es el brazo
ejecutivo del Capital, es decir, de la gran delincuencia, y el
sepulturero definitivo de la democracia y de los derechos y libertades.
Muy mal pintan las cosas en Europa cuando la única alternativa frente al
saqueo parecen ser los movimientos y partidos de ultraderecha. Estamos
listos. (Hace pocos días Owen Jones escribía sobre esto en "La derrota por los pelos de la ultraderecha en Austria debería hacernos despertar".)
(*) Oxfam:
actualmente, el 1 % más rico de la población posee el 50 % de la
riqueza mundial, mientras que el 80 % de la población sólo posee el 5,5 %
de la riqueza mundial. Y esas cifras van en aumento de manera
exponencial año a año. Acuerdos como el TTIP/CETA/TiSA son otra vuelta
de tuerca en este saqueo, pues blindan jurídicamente a las
multinacionales (monopolios de hecho) frente a los Estados, cuyos
ciudadanos quedan inermes y sometidos a perpetua extorsión en bienes
esenciales: o pagas por el agua el precio que nos dé la gana, o bebes y
te duchas con Coca-Cola. Si enfermas por comer (o respirar) mierda
tóxica nosotros no somos responsables, nadie te obliga a comer (o a
respirar). Si no puedes pagar medicamentos o servicios médicos al
desorbitado precio que nos dé la gana, reza, y piensa que todos hemos de
morirnos, aunque nosotros los ricos nos moriremos mucho, pero muchísimo
más tarde que tú. Y así un larguísimo etc., etc.
Todo ello sin mencionar que la
agricultura europea va a quedar barrida en dos días por la potente
agricultura yanqui, con unos excedentes impresionantes y completamente
subvencionada. Quizá sea por esto que Francia "parece" oponerse al TTIP
(digo "parece"...). Y desde luego España debería oponerse con uñas y
dientes si es que tiene en algo a sus expoliados agricultores y a su
mísero sector agroindustrial, que se irá a pique hasta el fondo con la
aprobación del TTIP. Basta con ver lo ocurrido en México: en apenas
cinco años, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (firmado
entre USA, Canadá y México) acabó con la agricultura mexicana,
condenando a la emigración a millones de campesinos, esos mismos que
ahora pretende deportar Trump.
Lecturas recomendadas
- Aditya Chakrabortty, La austeridad es mucho más que recortes de gastos: es privatizar todo lo que tenemos (26-5-2016)
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