Completamente de acuerdo con Vicenç Navarro. Un
sencillo ejemplo: yo me llamo Jordi, pero en mi DNI (expedido por
Franco) reza Jorge. Es absurdo que a uno le llamen por un nombre
distinto al suyo. Absurdo y francamente molesto. Y conste que aborrezco todos los nacionalismos, sin excepción. Pero si alguien me llama Jorge es
que es un tocanarices, y son ganas de fastidiar. Y a buen entendedor...
Aunque no sé si lo que digo se entiende.
Por cierto, en USA soy Jordi, y en China
soy también Jordi, y así en todas partes. En mi vida he encontrado a
nadie en ningún lado que tuviera inconveniente en llamarme por mi
nombre. Excepto en España. En España hay algunos que se creen en la
obligación (o con el derecho, sic) de cambiarme el nombre, nada menos. En fin, para qué seguir. Reconozco que es un tema que ya aburre hasta a las cabras.
Lecturas recomendadas
- Vicenç Navarro, Dos versiones distintas de lo que es España (18-11-2013)
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