25 de marzo de 2018

(El anticatalanismo, columna vertebral del nacionalismo fascista.)

Ni los catalanes somos antiespañoles —aunque los medios de comunicación mercenarios pretendan intoxicar a la opinión en ese sentido—, ni los españoles son anticatalanes (*). Pero sí es profundamente anticatalán el nacionalismo español, y ello es así desde la dictadura de Primo de Rivera. El nacionalismo español protofascista de Primo de Rivera, continuado luego por Franco —y el único nacionalismo español vigente hoy día—, asentó como uno de sus fundamentos doctrinales el de la unidad e indivisibilidad de España ("España Una, Grande e Indivisible" fue el lema de la Unión Patriótica primorriverista). Ahora bien, el dogma de la Unidad de España lleva implícito de manera inherente el anticatalanismo. No hay España Una si no es arrasando Cataluña y el País Vasco (como hizo Franco). Hay que recordar que a los cinco días del golpe de Estado, Primo de Rivera promulgó el decreto contra el separatismo catalán (R.D. 18-9-1923) y año y medio después disolvió la Mancomunitat de Catalunya. El anticatalanismo es el catalizador más potente del nacionalismo español. Sin anticatalanismo no hay nacionalismo español (**). No sería exagerado afirmar que hoy estamos asistiendo a un intento de reedición de la dictadura de Primo de Rivera por parte de la descerebrada derecha española.

Pone los pelos de punta escuchar a algunos líderes políticos hablar del "separatismo catalán", utilizando el mismo lenguaje fascista de los años 20. Y no sólo es Ciudadanos, que ha hecho del anticatalanismo su bandera en toda España, sino también el PSOE, y habla de "separatismo" incluso su secretario general Pdr Snchz, que cada día sabe menos lo que dice (pasar en pocos meses del "Estado plurinacional" a la denuncia del "separatismo" es asombroso). Todo ello es consecuencia directa del ¡A por ellos! y del fatal discurso del rey el pasado 3 de octubre. Ahí se despertó la Bestia: el nacionalismo fascista español, estructuralmente reactivo y anticatalán. Es decir, España no sabemos muy bien lo que es, pero lo que está claro es que hay que cargarse Cataluña.


El ¡A por ellos! no tiene marcha atrás ni arreglo. El enfrentamiento de España contra Cataluña (iba a decir linchamiento), encabezado por la Corona y el Estado, con el gobierno y los partidos del bloque monárquico al frente (PP-Ciudadanos-PSOE), no tiene solución si no es con vencedores y vencidos. Es por eso que no hay vuelta posible a ninguna "normalidad", como no sea la del Estado preconstitucional. Esa es la enorme gravedad del discurso del 3 de octubre, y el tremendo problema en el que estamos y en el que nos ha metido la irresponsable y demente derecha española.

En resumen: ¿cuál es, en realidad, el problema? El problema es el delirio fascista de la España Una, que nunca aceptó la Constitución de 1978 y menos la descentralización autonómica del Estado. Ahora bien, el nacionalismo español de la España Una solo es posible mediante la violencia de Estado permanente. Y la violencia de Estado no es ni puede ser democrática, ni siquiera tiene por qué respetar el Estado de derecho: la imputación por delito de "rebelión" es un buen ejemplo, o impedir la investidura como presidentes de la Generalitat de Catalunya a Jordi Sànchez y Jordi Turull, aunque antes ya tuvimos una notable exhibición de las "cloacas del Estado" actuando contra políticos y partidos políticos catalanes, con toda impunidad, y un largo etcétera en que el Estado se ha pasado por el forro la legalidad y la ley de la que tanto hablan. En realidad, la violación sistemática de la legalidad y de la Constitución ha sido y es inherente a los gobiernos del PP.

La pendiente hacia la dictadura es irreversible. Ya advirtió Meneses en 2015 que esos no se van, por lo menos por su propio pie. Hoy los golpes de Estado ya no son militaradas como antaño, son golpes de Estado de "cuarta generación" por distintos medios en los que el dinero a manos llenas y los medios de comunicación mercenarios, que son prácticamente todos, juegan un papel fundamental, tal como se ha visto recientemente en diversos países de Latinoamérica (***) y España no es distinta. La finalidad, como es obvio, es seguir robando impunemente y expoliar el país y estrujarlo como un limón, siempre al servicio de la Internacional del Crimen en que se ha convertido el capitalismo financiero actual.

Todo el Caos actual en Cataluña, incluido el inusitado auge del independentismo catalán a partir de 2011 y cuya primera responsabilidad hay que atribuir a los gobiernos pirómanos del PP (primero el de Aznar, imponiendo a Cataluña el Estatut que le dio la gana al PP por medio del Tribunal Constitucional, y luego el de M. Rajoy), no es más que una excusa para llevar a cabo un golpe de Estado involucionista en toda regla que nos devuelva poco menos que al franquismo, aunque salvando la "apariencia" de Estado democrático como corresponde a las dictaduras de "cuarta generación". 

Eso significa que somos todos los españoles los afectados por el 155 y el "estado de excepción" general, y no solo Cataluña. Significa también que ese fascismo que ahora tantos aplauden, empezando por el bloque monárquico del PP-C's-PSOE, acabará volviéndose contra ellos como un bumerán, y de paso contra la monarquía, como le ocurrió a Alfonso XIII. Y con más motivo ahora, porque la sociedad española es muy distinta a la de los años 20 del siglo pasado (¿cuándo se vio hace un siglo una huelga feminista como la del pasado 8-M?), ni tampoco puede tolerar más dictaduras, ni duras ni blandas, y menos para proteger los intereses de una oligarquía corrupta, delincuente y depredadora, que además de robar y saquear el país, ahora se frota las manos con el delirio de desplazar a Cataluña en beneficio de Madrid, guarida de la flor y nata de la delincuencia nacional. Unidos Podemos y confluencias harán bien en ponerse las pilas, porque el colapso es inminente. El lema es claro: 

Por la República y la democracia
 

Coda. La pregunta del millón es esta: ¿es posible otro nacionalismo español que no sea el fascista? Respuesta: el nacionalismo fascista español lleva 95 años, desde 1923 hasta hoy (salvo el breve paréntesis de la II República). No ha habido en España ningún proceso de renacionalización, ni siquiera en la "democracia", lo cual dice mucho de la calidad de esta democracia. El nacionalismo fascista sigue plenamente vigente (además, está incrustado en la Constitución). Ahora bien, mi consejo a Unidos Podemos es que se olvide de los nacionalismos y deje en paz las banderas. No es posible acabar en dos días lo que lleva funcionando cerca de un siglo. Y aun así, con casi un siglo de adoctrinamiento nacionalista fascista (incluso impuesto de manera cruenta y con extrema violencia bajo la dictadura de Franco) (****), el nacionalismo español no ha logrado su empeño: crear una nación española. Ni lo ha logrado ni lo logrará, porque ya no es posible. Fernando VII el Rey Felón y la monarquía española impidieron en su día, y a lo largo de todo el siglo XIX, que fuera posible la nación española. Pero en Cataluña y el País Vasco, sí se creo una nación, para bien o para mal, en paralelo a la formación de naciones en el resto de Europa. Conclusión: si Unidos Podemos quiere enarbolar una bandera, que empiece por la republicana, y con esta divisa bordada en oro: Democracia.

(*) Quizá me he precipitado al afirmar que los españoles no son anticatalanes: www.anti-catalan.com. Dedicaré otro post a tratar ese tema: de cómo el Capital ha invertido ingentes cantidades de dinero en 1) dividir Cataluña con una facción "españolista" inexistente antes de 2015, y 2) fomentar desde arriba el odio de la chusma contra Cataluña. Este odio ha sorprendido incluso a observadores extranjeros como el historiador Paul Preston (autor de El holocausto español. Odio y exterminio en la guerra civil y después, 2011) o el periodista John Carlin (despedido de El País y actual colaborador de La Vanguardia. Cosas veredes). Es por eso que el ¡A por ellos! es criminal. Y tiene difícil arreglo, por no decir imposible. Es el Estado, con el rey a la cabeza —y seguido del gobierno, partidos monárquicos PP-C's-PSOE, y la totalidad de los medios de comunicación mercenarios, además del Poder Judicial que se ha sumado con inusitado furor inquisitorial— quien ha elegido como única política la destrucción total de Cataluña. Una política demente que no tiene marcha atrás, porque está comprometido la totalidad del Estado corrupto español.
(**)  Alejandro Quiroga Fernández de Soto, Haciendo españoles. La nacionalización de las masas en la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2008. Una reseña aquí.
(***) Recomiendo encarecidamente el análisis del profesor Jorge Beinstein, Las nuevas dictaduras latinoamericanas (16-3-2018), aplicable igualmente a España.
(****) José Babiano, Gutmaro Gómez, Antonio Míguez y Javier Tébar, Verdugos impunes. El franquismo y la violación sistémica de los derechos humanos, Barcelona, Pasado & Presente, 2018. 






Javier Pérez Royo
- La utilización perversa del proceso penal (23-3-2018)
- Un estado de excepción a la vieja usanza (24-3-2018)
- Investidura anticonstitucionalmente truncada (24-3-2018)
- El Parlamento y el pueblo representado en el Parlamento (25-3-2018)





Enric Juliana, La violencia, según Llarena (24-3-2018)

- El guionista Llarena (25-3-2018)

Natàlia Sànchez (CUP): "Imponer por la vía judicial lo que no puedes ganar en las urnas se llama golpe de Estado" (24-3-2018). Aunque políticamente me hallo en las antípodas de la CUP, no tengo más remedio que estar de acuerdo con esa afirmación de Natàlia Sànchez. Es más, la judicialización del conflicto de Cataluña cada vez me recuerda más lo ocurrido en Brasil: ganar por la vía judicial lo que no se puede ganar en las urnas. Y, efectivamente, eso es un golpe de Estado, en Brasil como en Cataluña.

Ya dijo Meneses hace tiempo que el conflicto de Cataluña se llevaría por delante no solo al gobierno del PP, sino a la monarquía, y más después del monumental error del ¡A por ellos! ¿Quién es el responsable de ese desastre? Sin duda, uno: el gobierno del Estado, cuya incapacidad e inepcia política es manifiesta, y que cuando se ha dignado hacer algo ha cometido error tras error, todos graves: el mayor, sin duda, el ¡A por ellos! mencionado. Y ahí es donde estamos: en una situación de Caos general, con el epicentro en Cataluña, y al borde del colapso.

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Editorial / La Vanguardia, Auto controvertido (24-3-2018). Violento, y mucho, es el Estado monárquico, de eso no hay duda, que además en su delirio paranoico cree hallarse en el siglo XVII. 

Y, efectivamente, Cataluña no es una colonia insurgente ni los catalanes somos rifeños. Ese Estado, impregnado de franquismo hasta la médula, ha de acabarse de una vez. ¿Cuándo empezará la Transición? 43 años esperando son muchos.

Excelente artículo de Rosa García, PP-C's-PSOE a favor de mantener la impunidad del franquismo: ¿de qué tienen miedo? (29-3-2018).

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Pablo Iglesias / Alberto Garzón


Lecturas recomendadas 
- Pablo Iglesias / Alberto Garzón, Unidad para transformar y ganar (23-3-2018)
- Javier Pérez Royo, La utilización perversa del proceso penal (23-3-2018), Un estado de excepción a la vieja usanza y Investidura anticonstitucionalmente truncada (24-3-2018), De necesidad virtud, El Parlamento y el pueblo representado en el Parlamento (25-3-2018), ¿Qué cabe esperar del juez alemán?, Demasiado bonito para que sea verdad (27-3-2018), ¿Qué cabe esperar del juez europeo? y En fraude de ley (30-3-2018)
- Iñigo Sáenz de Ugarte, La venganza del juez Llarena (24-3-2018) 
- Enric Juliana, La violencia, según Llarena (24-3-2018) y El guionista Llarena (25-3-2018) y Decide Schleswig-Holstein (26-3-2018)
- Editorial / La Vanguardia, Auto controvertido (24-3-2018) y La única salida (25-3-2018)
- Fernando López Agudín, Las cartas del magistrado Llarena (24-3-2018)
- Suso de Toro, El presidente Puigdemont también es nuestro y Dictadura por jueces interpuestos (25-3-2018) 
- Agustín Moreno, Educar contra la paz (26-3-2018) 
- Editorial / La Jornada, Puigdemont: cacería política en Europa (26-3-2018) 
- Isidoro Moreno, Golpes de Estado (26-3-2018) 
- TV3 a la carta, Javier Pérez Royo: "Es una euroorden en fraude de ley" (27-3-2018) vídeo
- Las Mañanas de Cuatro, Pérez Royo: "Para mí, es un caso de prevaricación de Llarena no haber dispuesto lo necesario para que Turull o Sànchez asistieran a la investidura" (28-3-2018) vídeo
- Carlos Sánchez Mato, La Semana Santa de un "cristiano rojo" (28-3-2019) 
- El Defensor del Pueblo advierte de que la bandera a media asta por Cristo cuestiona la aconfesionalidad del Estado (28-3-2018). Están empeñados en regresar al nacionalcatolicismo, y encima monárquico. 
- Rosa García, PP-C's-PSOE a favor de mantener la impunidad del franquismo: ¿de qué tienen miedo? (29-3-2018)
- John Carlin, España: sola contra el mal (1-4-2018)

Otros temas
- Jorge Beinstein, Las nuevas dictaduras latinoamericanas (16-3-2018). No tiene desperdicio. Perfectamente aplicable a España. 
- Manuel Castells, Colombia: guerra y paz (24-3-2018) 
- Juan Manuel Karg, El fascismo amenaza a Brasil (29-3-2018) 
- Gustau Nerín, Verdugos impunes: el franquismo, una violencia política estructural (31-3-2018). Reseña de Verdugos impunes. El franquismo y la violación sistémica de los derechos humanos (Barcelona, Pasado & Presente, 2018).

22 de marzo de 2018

(El franquismo, los rateros y la falta de imaginación.)

El caso de Cristina Cifuentes nos recuerda el franquismo. En el franquismo hubo muchos rateros que a la sombra del Régimen se llenaron los bolsillos. Es decir, muchos individuos luego respetabilísimos que hicieron su fortuna a partir de la nada y se forraron gracias a Franco. Pero también hubo franquistas convencidos que con su "amor a España" y su patriotismo justificaron todos sus actos, fueran los que fueran. El patriotismo lo justificaba todo. Es el lema de san Agustín "Ama, y haz lo que quieras", pero trasladado a la política: "Levanta el brazo en alto, berrea ¡Arriba España!, y haz lo que quieras." Este es el caso de Cristina Cifuentes. Evidentemente, no va a dimitir, faltaría más, porque su acendrado patriotismo y amor a España están muy por encima de esas minucias. De esas y de cualesquiera otras, sean las que sean.

Sin embargo, a veces la línea que separa a patriotas auténticos y vulgares rateros es muy borrosa. Es por eso que Meneses decía que los más interesados en limpiar de corrupción a los partidos políticos deberían ser los propios partidos, es decir, los patriotas de verdad, o que se califican a sí mismos de tales. Pongamos un ejemplo. En el caso de las tarjetas black impresiona ver en qué se gastaban el dinero los implicados: putas (aunque eso no se diga en los autos, pero se supone, con margen nulo de error), restaurantes de lujo, viajes de placer, spas... A ninguno se le ocurrió, por ejemplo, comprar una obra de arte, alguna antigüedad, algo digamos un poco más "espiritual", por decirlo así. No digo algún libro, para no ofender. Lo que más se aproxima es Rodrigo Rato, aficionado al arte suntuario, que compró
unos santos de escayola. Y es que los rateros no dan más de sí. Su imaginación —y ahí está la clave— no es muy superior a la de una ameba.

Hace muchos años, en una reunión de trabajo en una gran editorial barcelonesa, nos contaba el director (un alemán que nada de lo que decía tenía desperdicio) una anécdota que se me quedó grabada. Nos explicó que en otra conocida gran editorial de Barcelona los vendedores de élite cobraban unos sueldos de alucinación, muy por encima de cualquier sueldo considerado alto. Cobraban tanto dinero que tenían que acudir regularmente al psicólogo, que les pagaba la propia empresa. ¿Por qué? Porque después de comprarse varios coches de lujo, varias casas de segunda residencia y llenado de joyas a sus esposas, ya no sabían en qué más gastar el dinero. Lo cual era un serio problema porque entonces no tenían aliciente para trabajar. Por eso tenían que ir al psicólogo: para que les despertara otras inquietudes y deseos en los que gastar el dinero. En resumen: para que les despertara la imaginación.

Pero es que la falta de imaginación, decía siempre Meneses, es el gran problema de la humanidad desde su origen. Tanto es así que Meneses afirmaba que si hay tantas guerras se debe precisamente a la falta de imaginación: son guerras entre orangutanes, como las que exterminaron entre sí a decenas de especies de homínidos antes que nosotros. Y nosotros llevamos el mismo camino: los científicos alertan que bastarían 10 minutos de guerra nuclear para sacar la Tierra de su órbita.

Y Meneses sentenciaba: no hace falta acudir a ningún psicólogo, sino ir a la escuela. Pero a una escuela de verdad y con maestros de verdad, como aquel Francisco Giner de los Ríos, Manuel B. Cossío o Joaquín Sama, que tanto menciona Antonio Machado en sus escritos: ahí es donde se nos despierta la imaginación y donde aprendemos a amar a algo más que viajes, coches de lujo y restaurantes. Es por eso, seguía diciendo Meneses, que lo primero que hizo la II República española fue construir en apenas dos años 10.000 nuevas escuelas (de 27.000 proyectadas) y llevar la escuela pública hasta el último pueblo y rincón de España (*), y ello en los años de la más dura crisis económica mundial. Todo lo contrario que el franquismo, que devolvió la enseñanza a manos de la Iglesia, y que el programa del PP-C's, el cual consiste en la privatización de la educación, lo que equivale a fabricar rateros de élite, en vez de formar personas útiles a los demás y a la sociedad en la que vivimos. Y de aquellos barros, estos lodos, etc. etc.

(*) Julián Casanova, República y guerra civil, Barcelona, Crítica / Marcial Pons, 2007, vol. 8 de la Historia de España dirigida por Josep Fontana y Ramón Villares.


16 de marzo de 2018

(Zacarías y el dinero.)

Aunque Zacarías había estudiado economía doméstica en el Instituto Laboral de Pedrosillo, era autodidacta en todo, como Newton y Darwin. Lo cual no desmerece en absoluto a Zacarías, al fin y al cabo un autodidacta es alguien que en vez de haber aprendido las cosas exclusivamente en los libros, las ha aprendido de la observación y el estudio del mundo en torno.

Pues bien, lo que sigue son unos apuntes de Zacarías sobre el dinero. Materia harto difícil, aunque todos tengamos —o hayamos tenido alguna vez— algún billete o moneda en el bolsillo. Ignoro a qué teoría monetaria puede adscribirse a Zacarías, pero de todos modos copio esos apuntes del cuaderno manuscrito que me regaló antes de exiliarse al bendito Portugal de izquierdas, donde murió no hace muchos años.

En el epígrafe rotulado "Nuestra fe", dice Zacarías (*):

¿Por qué un billete de 20 euros vale 20 euros? Esa es la pregunta. ¿Por qué un simple papelucho vale 20 euros, en vez de valer nada, o prácticamente nada, que es lo que vale un papel cualquiera? Respuesta: un billete de 20 euros vale 20 euros porque todos creemos que vale 20 euros.

En nuestro mundo capitalista, todos somos creyentes, necesariamente. A no ser que nos vayamos a un monte y vivamos allí de la madre naturaleza, sin usar el dinero para nada. Unos somos creyentes sinceros, otros creyentes oportunistas o pragmáticos, pero, nos guste o no, todos creemos en el dinero, el cual vale lo que vale. Creer que un billete de 20 euros vale 20 euros no es muy distinto a creer en Dios, en Alá o en cualquier otra realidad trascendente. Es la misma fe. Porque no hay nada en ese papel que llevo en el bolsillo que demuestre ese valor de 20 euros. Simplemente, me creo que ese papel tiene ese valor. Pongamos un ejemplo:

Supongamos que tengo un billete de 20 euros y voy a una tienda: ¿qué me hace creer que el tendero me dará una botella de cava Juvé & Camps, nada menos, a cambio del papelito que llevo en el bolsillo? Evidentemente, el tendero no es idiota, y no se dedica a regalar botellas de Juvé & Camps a cambio de papelitos. Así pues, cuando voy a la tienda he de estar convencido de una fe: he de creer que el tendero también creerá, lo mismo que yo creo, que ese papelito vale 20 euros. El dinero es una fe compartida.

Así pues, un billete de 20 euros vale 20 euros porque todos creemos que vale 20 euros. Y así con todo el dinero. Sin esa fe común el invento no funcionaría, y de hecho esa fe puede quebrar (por distintas fatales circunstancias), como ha ocurrido en muchas ocasiones en la historia. Por ende, lo que los economistas llaman inflación vendría a ser el termómetro de una cierta pérdida de fe, de ahí el pánico de los banqueros —muy justificado— al menor atisbo de inflación. La peor pesadilla imaginable para un banquero (los amos del dinero) es que el dinero se convierta en humo, y solo queden las cenizas de anotaciones contables absurdas y papelitos sin valor.

Hagamos la prueba a la inversa. Si un extraterrestre aterrizara en nuestro planeta y viera que alguien le da a otro una botella de Juvé & Camps a cambio de un papel, y así otras muchas cosas que llamamos bienes y servicios, y siempre a cambio de papelitos sin valor aparente, pensaría que los humanos estamos todos locos. Y es que el extraterrestre recién llegado a nuestro mundo aún no ha tenido oportunidad de compartir nuestra fe común.

Conclusión. Yo no sé si todavía hay muchos o pocos creyentes en Dios, Alá, etc. Pero sí que podemos afirmar sin temor a equivocarnos que TODOS, sin excepción, compartimos la misma fe en el dinero. En todo el mundo: aquí, en Lima y en el Congo. El dinero es nuestra fe común, los bancos son los templos de nuestra verdadera religión, y los banqueros —esos chorizos sin fisura (y algunos dicen que hasta sin alma)— son los sacerdotes de esta fe universal. Quizá algún día desaparezcan las iglesias de nuestros pueblos y ciudades, pero que desaparezcan los bancos es más difícil.

Ahora bien, es posible que algún día un billete de 20 euros deje de valer 20 euros, y valga nada o casi, lo mismo que cualquier papel. No será la primera vez que ocurre en la historia. Y cuando todo el dinero se convierta en papel y desciendan sobre el mundo esas tinieblas, veremos lo que pasa.


En otro lugar Zacarías apunta que este cataclismo de pérdida universal de la fe en el valor del dinero, siempre catastrófica las veces que ha ocurrido puntualmente, sin embargo un día podría ser definitiva e irreversible. ¿Y cuándo ocurrirá? Según Zacarías, ello ocurrirá cuando dejemos de vender nuestro trabajo, es decir, el día en que dejemos de regalar nuestro trabajo a cambio de papelitos, y trabajemos todos gratis a cambio de nada. Y, viceversa, todos los bienes y servicios sean gratuitos y de libre disposición para todo el mundo. Buscaré estos párrafos en los apuntes de Zacarías, porque me parecieron muy sugerentes.

(*) En una nota Zacarías hace constar que esos apuntes los escribió a raíz de la lectura del artículo sobre el bitcoin de Doug Henwood, El juguete de los que tienen mucho dinero para especular.




Lecturas recomendadas
- Javier Pérez Royo, ¿Estado de derecho o dictadura de la ley? (6-3-2018). El Bulletin mencionado por Pérez Royo puede descargarse aquí: La lettre ibérico-américaine, n.º 16, febrero 2018). También: El 8 de marzo: la crítica feminista del contrato social (6-3-2018), Investidura y división de poderes, Empecemos por lo evidente: la autoridad del presidente del Parlament (7-3-2018), Ignorancia inexcusable (9-3-2018), Ignorancia inexcusable (2): diluvio de querellas y nulidad (12-3-2018), Por qué prevaricación (14-3-2018) y ¿Se podrá cerrar el paréntesis? (21-3-2018)
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- FAQS (TV3),  Pérez Royo: "Los catalanes podrían denunciar a Llarena por prevaricación" (17-3-2018) vídeo
- Ignacio Sánchez-Cuenca, Prepublicación. La confusión nacional: la democracia española ante la crisis catalana (20-3-2018) 
- Fernando López Agudín, El imparable avance del nacionalcatolicismo (20-3-2018)
- Carlota Camps, Martín Pallín: "La querella del fiscal por el 1-O no tiene ninguna consistencia" (20-3-2018)

Otros temas
- Alberto Garzón Espinosa y Carlos Sánchez Mato, Artículo 135: ni un minuto más (7-3-2018)
- Juan Francisco Martín Seco, La rebelión de los pensionistas (8-3-2018) y La rebelión de los pensionistas (II) (15-3-2018)
- Carlos Berzosa, El 8M y la retrógrada derecha política (10-3-2018) 
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- Manifiesto contra la prisión permanente revisable, suscrito por más de 100 catedráticos de derecho penal (13-3-2018). La prisión permanente (lo de "revisable", ya tal) es venganza pura y dura, impensable en un Estado democrático de derecho. Algunos siguen viviendo en la Edad Media.
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