Nación y nacionalismos. Preguntas y respuestas breves


— 
¿Qué es una nación?

Una nación es cuando el 20 % de la población de una colectividad sale a la calle a berrear "Somos una nación". Eso en España solo ha ocurrido en Cataluña y el País Vasco (y como eco de Cataluña y el País Vasco, en Andalucía, que es una nación, digamos, por resonancia).

Siguiendo esta teoría, no habría inconveniente en que Pedrosillo el Ralo se declarara nación si así lo considerasen oportuno los pedrosillanos. O Valderrobres. O Bayubas de Abajo.

Cuestión distinta es dónde habría de residir la soberanía, que es el quid de la cuestión. Pero este asunto lo dejo para otra ocasión. Es un tema muy resbaladizo y que pone nerviosos a demasiados. No hay que perder de vista que el art. 8 de la Constitución legitima el golpe de Estado militar.

— ¿Cuántas naciones hay en España?

Esta pregunta fue trending topic hace unos años. La respuesta es fácil: las naciones de España son Cataluña, el País Vasco y todas aquellas naciones que se reconozcan a sí mismas como tales naciones. 

— ¿Por qué España no puede ser un Estado uninacional y unitario?

Porque habría que fusilar a 7,5 millones de catalanes, para empezar, y aun así no sería posible porque España es las Españas. Ya lo intentó Franco planchando España y diezmando la población, además de bombardear Barcelona en 1938 a tal punto que entró en el catálogo de ciudades más bombardeadas de la II Guerra Mundial. La España Una fascista es un delirio imposible, como vaciar el mar con un cesto. Todos los países han debido de enfrentarse de un modo u otro al mismo problema de la plurinacionalidad y España no va a ser la excepción.

— ¿Cómo se integran las naciones en el Estado?

La fórmula, inventada en el siglo XVIII y harto verificada, es el Estado federal (véase tuit 606. ¿Qué hacer?). Estados federales son Alemania, Suiza (confederación), Estados Unidos, Rusia, Argentina... Incluso hay una "monarquía federal": Bélgica. Pero antes veremos volar las vacas.

 ¿Y eso por qué?

Porque la Monarquía Española siempre impedirá cualquier reforma de la Constitución que pueda comprometer la forma de Estado. Lo impedirá como sea. La Constitución española es una Constitución fósil: su reforma es una quimera. 

Dicho esto, y al margen de lo que a la Monarquía Española le parezca conveniente para sus intereses, creo que en España deberíamos plantearnos la construcción de un Estado federal, porque de lo contrario siempre estaremos dando vueltas a la misma mierda del "¡España se rompe!", que es la excusa de algunos para regresar al Estado unitario franquista, donde se robaba más y mejor. La distopía fascista, esa pesadilla recurrente e interminable, solo se acabará cuando constitucionalmente España deje de ser Una para ser Varias, y ajustar la Constitución a la realidad.

— ¿España es una nación?

No, y ni falta que hace. España no es una nación, ni lo ha sido, ni es probable que lo sea. España no es una nación porque lo impidió la Monarquía absolutista de Fernando VII en el siglo XIX, la cual persiguió a muerte a los liberales españoles defensores de la soberanía nacional frente al "principio monárquico". Los persiguió en España y fuera de ella. Es una trágica historia apasionante que conviene conocer (1). El Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros (1888) de Antonio Gisbert sintetiza todo el drama del siglo XIX español. Posteriormente, ya en el siglo XX, a destiempo, el dictador "reformista" Primo de Rivera se propuso crear la "nación española" mediante una intensa campaña nacionalizadora (2), tarea continuada por Franco. Sin demasiado éxito, porque todas las cosas tienen su tiempo y las naciones también.

España fue una Monarquía Absoluta sanguinaria con Fernando VII, una Monarquía Constitucional después (la Reina Castiza, la Regente, el rey Gutiérrez...), y tras la Gran Guerra una sucesión de Dictaduras militares (Primo de Rivera, Franco), con el breve paréntesis de la II República democrática, para acabar en la Segunda Restauración monárquica, y aquí no ha pasado nada.

Volviendo al principio:

             La Virgen del Pilar dice
             que no quiere ser francesa,
             que quiere ser capitana
             de la tropa aragonesa.

No dice "capitana de la tropa española", sino "aragonesa". Hasta la famosa jota nos enseña que no fue posible en España una conciencia nacional en el siglo XIX.

Quienes padecen más que nadie que España no sea una nación son los entrenadores de la selección española de fútbol, que invariablemente se han quejado siempre de lo mismo: salvo Manolo el del Bombo, nadie apoya a la selección española.

— Si España no es una nación, ¿entonces, qué es?

Un Estado. Un Estado plurinacional, como el 99,9 % de los Estados del mundo, suponiendo que exista algún Estado uninacional, que lo dudo (quizá Mónaco, la República de San Marino...). No es ninguna tragedia no ser una nación, sino al contrario, es una bendición.

— ¿Por qué?

Porque todas las naciones y todos los nacionalismos conducen a la guerra. Todos los nacionalismos son excluyentes por definición, y todas las naciones necesitan de un enemigo, sea exterior o interior (como en España), para alimentar su nacionalismo. Eso último es fundamental. No hay nación sin un enemigo creíble, sea real o inventado. Ejemplo: el enemigo creíble de USA fue la URSS durante décadas, desde 1917 hasta la caída del Muro de Berlín en 1989 y la extinción de la URSS en 1991. Así se consolidó en el siglo XX la doctrina imperialista americana del Destino Manifiesto. Desaparecida la URSS, USA tuvo que inventarse y crear otro enemigo creíble, aunque más vaporoso: el terrorismo islámico. Etc. Ahora es China: el nacionalismo supremacista americano (¿hay algún nacionalismo que no sea supremacista?) nos va a llevar otra vez al desastre, que pudiera ser el último.

La nación es un concepto del siglo XVIII que habría que desterrar por altamente tóxico. Nación y guerra van de la mano, y en Europa tenemos sobrada experiencia, en los siglos XIX-XX, de adónde conducen los nacionalismos. 

— ¿Y los nacionalismos catalán y vasco (o el andaluz, o el pedrosillano...), también son excluyentes? 

Algunos teóricos sostienen que hay nacionalismos buenos y malos, como el colesterol. Pero esto no es así. Todos los nacionalismos conducen a la catástrofe. Por lo tanto, lo más sensato es borrar la palabra nación de nuestro vocabulario, que ya va siendo hora. En las Constituciones francesa, italiana, portuguesa o alemana, por citar algunas de nuestro entorno, no se menciona ni una sola vez la palabra nación. En la Constitución española de 1978 la palabra nación se menciona por dos veces (en el Preámbulo y en el art. 2), lo cual es significativo. El colmo del despropósito llegó cuando el Tribunal Constitucional, en su memorable sentencia 31/2010 sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña, dictaminó que "la Constitución no conoce otra [nación] que la Nación española" (fundamento jurídico 12, que cito literal). Primo de Rivera y Franco hubiesen aplaudido hasta quedarse mancos. Olvídense los pedrosillanos de declararse nación. Consecuencias de una Constitución que se hizo en los cuartos de banderas y con ruido de sables de fondo.

— ¿Los españoles somos nacionalistas? 

Según algunos teóricos, hay dos clases de nacionalismos: los nacionalismos con Estado y los nacionalismos sin Estado (por ejemplo, el catalán y el vasco). La peculiaridad de los nacionalismos con Estado, como el nacionalismo español, es que los nacionalistas no se reconocen a sí mismos como tales nacionalistas sino, simplemente, como patriotas. Por esto en España casi nadie se define como "nacionalista". Todos somos patriotas. Y como el patriotismo es indiscutido, el nacionalismo español queda al margen de sospecha. Todo lo contrario que los nacionalismos sin Estado, que invariablemente son considerados enfrentados al Estado respectivo (léase a la "nación") del cual forman parte.

— ¿Desde cuándo existe el nacionalismo español? 

Fue muy a destiempo, en la dictadura del general Miguel Primo de Rivera de 1923-1930, que se inició en España el adoctrinamiento sistemático, masivo, de los españoles para forjar una "nación española", que no pudo materializarse en el siglo XIX. También se inició con la dictadura de Primo de Rivera el gran invento de señalar al "separatismo" catalán como enemigo de la nación, que es la espoleta del nacionalismo fascista español sin la cual este no se activa. Recordemos el lema de la Unión Patriótica, el partido único de la dictadura: España Una, Grande e Indivisible, en que el primer y último término apuntan directamente a Cataluña. Este adoctrinamiento extemporáneo se prosiguió durante la larga dictadura militar del general Franco, con el auxilio de la Iglesia católica española (nacionalcatolicismo). Así pues, van cien años de ininterrumpido adoctrinamiento nacionalista, salvo el breve paréntesis de la II República democrática. 

Ahora bien, el nacionalismo (fascista) español, fascicatolicismo, nacionalcatolicismo, o como se le quiera llamar, sigue presente porque desde la muerte de Franco no ha habido en España ningún proceso de renacionalización democrática (o de "desfascistización"). En España, el fascismo fue amnistiado en 1977 y sigue presente en el Estado, en las instituciones, en la Constitución de 1978 y en buena parte de la sociedad española de manera más o menos explícita. Prueba de ello es que el mausoleo fascicatólico del Valle de los Caídos sigue aún en pie, y decenas de miles de españoles asesinados en la guerra de España de 1936-39 siguen aún en las cunetas de las carreteras, por exhumar e identificar. Frente a esta vergüenza, el traslado del cadáver de Franco de un lado a otro es casi una mala broma. Ningún Estado democrático mantiene 88.000 asesinados en las cunetas de sus carreteras. Ahora bien, si estos asesinados siguen ahí después de 84 años, es como recordatorio y advertencia de quienes se creen dueños de España por derecho de conquista. Insisto: no debería permitirlo un Estado democrático.

— ¿Los nacionalistas, nacen o se hacen?

Se hacen. Ser nacionalista (español, catalán, chino...) es como ser hincha de un equipo de fútbol. Nadie nace siendo hincha del Real Madrid, se hace hincha del Real Madrid. Los nacionalistas se hacen mamando la doctrina nacionalista de turno, que empieza por la escuela. Ejemplo: una cartilla escolar pionera en el adoctrinamiento nacionalcatólico en el primer franquismo fue el Catecismo patriótico español (1939) del padre dominico Menéndez-Reigada, lectura obligatoria en todas las escuelas, y donde los niños aprendían, entre otras cosas, que "los enemigos de España son siete: el liberalismo, la democracia, el judaísmo, la masonería, el capitalismo, el marxismo y el separatismo" (p. 55). Cualquier nacionalismo requiere un proceso muy prolongado (e intensivo) de nacionalización a fin de crear una conciencia nacional

Ahora bien, mientras el franquismo y la Iglesia se esforzaban por adoctrinar y nacionalizar españoles, la sociedad española iba por otros derroteros: ya no era la sociedad rural y analfabeta de los años 20 (52 % de analfabetismo), de la Unión Patriótica y del rey Gutiérrez

— Una nación (española, catalana, andaluza...), ¿existe desde siempre, o es un invento?

Las naciones son un invento, producto del nacionalismo. Me explico: primero es el nacionalismo, y luego la nación. Pero no al revés, como suele creerse. Es el nacionalismo el que crea la nación. A no ser que seamos entusiastas del fantasioso Fray Gerundio (Modesto Lafuente), que en su monumental Historia General de España (1850-67) retrotrae la existencia de la nación española a Adán y Eva. Esa es la historia "esencialista" de España que extasía aún hoy a la derecha española. Es también la historia de Viriato, don Pelayo, la Reconquista, el puñal de Guzmán el Bueno... y tantas fábulas que aprendimos de pequeños en la escuela franquista.

Pero no: no hay ninguna nación eterna, ni inmemorial, ni preexistente a Adán y Eva. Muy al contrario, la mayor parte de naciones se inventaron en el transcurso del siglo XIX. Ejemplo, bien a mano: desde finales del siglo XIX, los nacionalismos catalán y vasco crearon las naciones catalana y vasca, respectivamente, y las identidades nacionales catalana y vasca. Eso no quita que Sabino Arana, como Fray Gerundio, remonte la nación vasca a la noche de los tiempos.

— ¿El nacionalismo español es fascista? 

No hay otro nacionalismo español más que el nacionalismo fascista, por la razón expuesta antes, es decir, porque el nacionalismo español vigente hoy día es ni más ni menos que el heredado de Primo de Rivera y Franco. España sigue siendo la estupidez seudoescolástica de "una unidad de destino en lo universal". No hay otro concepto de España más que el fascista. Escuchar hoy a Aznar es como escuchar a Blas Piñar o a Gil-Robles en los años 30: el discurso fascicatólico es como un disco rayado.

Urge la desfascistización del Estado (y de la Constitución) como paso previo a la renacionalización democrática de la sociedad española.

Los primeros interesados en borrar el nacionalismo fascista del mapa deberían ser quienes se sienten y definen a sí mismos como españoles, si es que además de españoles también se definen como demócratas, y pretenden vivir en paz y con dignidad de personas en un Estado democrático.

— ¿Ha habido en España, en fechas recientes, alguna exhibición de nacionalismo español?

Sí. Tras el discurso del rey de 3 de octubre de 2017 los balcones de las casas en pueblos y ciudades se llenaron de pronto de banderas españolas, para gran regocijo de la derecha. Obsérvese que el discurso del rey dividió a los españoles entre buenos y malos españoles, ignorando el precepto de Baltasar Gracián en El Político (1640), que cito a continuación y que deberíamos grabar en mármol: 

en la Monarquía de España, donde las Provincias son muchas, las naciones diferentes, las lenguas varias, las inclinaciones opuestas, los climas encontrados, así como es menester gran capacidad para conservar, así mucha para unir.

Unir, no dividir. Ahora bien, yo me entretuve aquellos días en contar las banderas españolas en los balcones de la principal avenida de mi localidad, donde hasta los gatos son del PP, y no llegaban al 10 %: aun en pleno furor de aquella orgía nacionalista nunca vista, el aparente "mar" de banderas no dio para nación. Eso sí, el discurso real sirvió para señalar al "enemigo de la nación" (que es la espoleta del nacionalismo fascista español) y legitimar de paso el fatal ¡A por ellos! que aún sigue vigente, ya que el rey no ha tenido a bien rectificar su discurso, ni el Parlamento le ha instado a ello. Por último, otra consecuencia del discurso real fue Vox. 

Memorables exhibiciones del nacionalismo español, secuelas del real discurso mencionado, fueron la manifestación en Barcelona en octubre de 2017 en Defensa de la Unidad de España, con la participación estelar de Vargas Llosa y Josep Borrell, y las manifestaciones de la plaza de Colón de Madrid en febrero de 2019 y de nuevo en junio de 2021 contra los indultos a políticos catalanes condenados por el procés. Desde octubre de 2017 a esta parte llevamos una racha como no se vio ni durante el franquismo. 

Por otra parte, está claro que la receta de la derecha española para Cataluña es el palo. ¿Política, para qué? Tanques y piolines. En Cuba hicieron lo mismo, hasta el punto que alguno ha pensado si Cataluña será una colonia antillana.

— ¿Qué tiene que ver el nacionalismo con la derecha?

Es ya un tópico el señalar que cualquier chorizo que se precie se envuelve en la bandera nacional para tapar sus intereses: la rapiña. ¿Cómo va a ser delincuente un patriota? Y si lo fuera, se disculpa. El patriotismo lo lava todo. El caso es que si en España la justicia fuera igual para todos, y no solo para los robagallinas, como dijo Carlos Lesmes, las cárceles españolas estarían a rebosar de patriotas

Más en general, la Patria (o Dios) se han utilizado de siempre, y en todas partes, para justificar los peores crímenes. Las expresiones tantas veces escuchadas por España, o por Dios, ponen los pelos de punta. Tanto es así que Meneses decía que cuando veía a un patriota (o a un creyente) salía corriendo y no paraba hasta Utrera.

Obviamente, todo ello no es privativo de España, sino un hecho universal. 

— En resumen, ¿el nacionalismo es bueno o malo?

Es curioso constatar cómo algunos políticos atacan los nacionalismos periféricos pero en cambio defienden el nacionalismo español, y plantan banderas españolas tamaño estadio olímpico en medio de la plaza de Colón: según ellos, este sería un nacionalismo "bueno", frente a los aberrantes nacionalismos periféricos. Pues no. El que lleva una bandera, lleva una pistola. Banderas, las justas.

El colmo del absurdo es disputarse el monopolio de la bandera como hacen el PSOE y la derecha: a ver quién exhibe la bandera más grande. Podríamos llamarlo pornografía constitucional. Literalmente bochornoso.

— ¿Los nacionalismos (español, catalán, chino...) son legítimos?

Son legítimos, y desde luego todos tenemos derecho a berrear Viva lo que nos plazca, y definirnos como español, catalán, andaluz o lo que nos dé la gana. Legítimos, pero tóxicos. Ahora bien, insisto, la identidad es sagrada y debe respetarse e incluso protegerse desde el Estado. Aplaudo la decisión simbólica de que en el Congreso de los Diputados se permita el uso del castellano, el catalán/valenciano/balear, el gallego y el euskera. Ese es el camino.

— ¿Cuáles serían hoy, en España, las tareas de un gobierno progresista y democrático?

1) Desfascistizar el Estado, previa reforma de la Constitución o, mejor, promover ex novo una Constitución (federal). 2) Llevar a cabo la Transición que no se hizo, a saber, la transición de la Monarquía Española a la democracia. 3) Desactivar el fatal ¡A por ellos!... Que lo veamos.

Notas

(1) 
- Emilio La Parra López, Fernando VII. Un rey deseado y detestado, Barcelona, Tusquets, 2018.
- Irene Castells, La utopía insurreccional del liberalismo, Barcelona, Crítica, 1989.

(2)
- Shlomo Ben Ami, El cirujano de hierro. La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), Barcelona, RBA Libros, 2012. 
- Francisco Alía Miranda, La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) (Paradojas y contradicciones del nuevo régimen), Madrid, Los Libros de La Catarata, 2023.
- Alejandro Quiroga Fernández de Soto, Haciendo españoles. La nacionalización de las masas en la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2008.
- Javier Moreno Luzón, El rey patriota. Alfonso XIII y la nación, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2023. 

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