18 de marzo de 2015

(Varoufakis y la no-solución.)

—¿Y usted qué opina, señor García, de todo esto?
—Pienso que si el problema fuera encontrar soluciones a los problemas, ya se habrían encontrado hace rato y solucionado largamente todos los problemas, y más. Sin embargo, de lo que se trata es justo de lo contrario: NO encontrar ninguna solución. Porque la no-solución (que viene a ser algo así como el reverso negativo de todas las soluciones posibles, sintetizado en el categórico y definitivo: Nein!), es decir, el expolio sistemático de Europa, genera ingentes beneficios al 1 %. Y ahí estamos.


(18 marzo 2015)


(Adenda.—Diálogo entre Varoufakis y Al Capone.) 

—Señor Al Capone, en mi opinión hay una manera de que usted siga obteniendo los mismos beneficios, pero sin necesidad de violencia ni de matar a nadie (*).
—¿Cómo?
—Reúnanse los "hombres de negocios" y acuerden entre todos un plan de reparto de los beneficios.
—No es mala idea... pero ¿y si hay un capullo, por ejemplo yo mismo, que desea todos los beneficios para él solo?

Efectivamente: es el viejo problema, insoluble —hubiera sentenciado Meneses—, de proponer soluciones morales en un contexto de agentes amorales. Pero hay que hacerlo, para que todos vayamos tomando conciencia de la magnitud del problema. De ahí el enorme mérito de Varoufakis (y de Syriza), a quienes debemos nuestro agradecimiento, por su coraje y su valentía de plantear soluciones éticas —es decir, justas— en medio mismo de la cueva de gánsters de Alí Babá, en Bruselas, Berlín y Frankfurt.

—Y no sólo hay que hacerlo —añadió García, que había estado escuchando atentamente—, sino que habrá que insistir, por la cuenta que nos trae.


(*) Nota del editor. A esto le llama Varoufakis "salvar al capitalismo de sí mismo". No, no me pitorreo: quién sabe lo que habrá que salvar y no salvar.

(19 marzo 2015)

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