Estoy de acuerdo en todo excepto en una vuelta al
Sistema Monetario Europeo, de paridad monetaria semifija, como
alternativa al euro (si es que he entendido bien la propuesta de
Lafontaine). El SME (1979) fue un fracaso y la demostración está en que
tanto la libra esterlina como la lira italiana tuvieron que salirse del
SME en 1992 con el rabo entre las piernas, y otras monedas sufrieron
fuertes ataques especulativos. De todas maneras es un tema muy técnico, a
discutir con detalle por los entendidos. Por lo demás, mi más completo
acuerdo con el análisis de Oskar Lafontaine: un 10. Da envidia (y rabia)
que hoy día la izquierda con más luces en Europa esté en Inglaterra y
Alemania, y el resto de países papando moscas: ¿qué pasa, es que ya no
leemos y sólo estamos con la bobada de los wasaps, o
qué ocurre?
De todas maneras, el problema hoy es
mucho más perentorio, es decir: urgente. El problema es que si un país
quiere oponerse a las políticas criminales y de expolio mal llamadas de
austeridad, el BCE le cierra el grifo del dinero. Es el BCE, y no los
gobiernos nacionales, quien impone a su antojo la política económica a
los países de la Eurozona, con la amenaza cierta de hundir la economía
del país que pretenda salirse del carril: el caso de Grecia es
abrumadoramente claro y ejemplar. (Es por esto —por poner un ejemplo—
que al PSOE le resbala la aberración de que el PP le haga y apruebe los
Presupuestos, porque ambos saben que los únicos Presupuestos que al
cabo van a misa son los que imponga el BCE.) Así pues, ¿qué hacer? Hay
que tener una respuesta AHORA a ese mal asunto. Y en mi opinión, lo
único que cabe frente a la inmediatez del problema, es tener bien
preparada una salida de emergencia para desconectarse del BCE. No se me
ocurre otra. Y ya que estamos, la pregunta del millón: ¿por qué Tsipras
descartó cualquier plan B para Grecia? Probablemente por una amenaza
suficientemente grave por parte de Estados Unidos, que ni en sueños
puede arriesgarse a que Grecia caiga bajo la órbita de poder de Rusia.
Por la misma razón, Estados Unidos, por boca del FMI, exige una
reestructuración (y eventual quita) de la deuda griega, a fin de que la
permanencia de Grecia dentro del euro sea sostenible. Así pues,
descartada una salida del euro, Tsipras estaba irremediablemente
atrapado bajo las dobles garras de Draghi y Schäuble (los malvados de la
película, como dice Lafontaine). Obviamente esa hipótesis es una mera
especulación, pero no se me ocurre otra explicación plausible al
"misterio" Tsipras.
Lecturas recomendadas
- Oskar Lafontaine, ¿Qué podemos aprender del chantaje al gobierno de Syriza? (21-8-2015)
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