22 de agosto de 2015

(A vueltas con el "misterio" Tsipras.)

Estoy de acuerdo en todo excepto en una vuelta al Sistema Monetario Europeo, de paridad monetaria semifija, como alternativa al euro (si es que he entendido bien la propuesta de Lafontaine). El SME (1979) fue un fracaso y la demostración está en que tanto la libra esterlina como la lira italiana tuvieron que salirse del SME en 1992 con el rabo entre las piernas, y otras monedas sufrieron fuertes ataques especulativos. De todas maneras es un tema muy técnico, a discutir con detalle por los entendidos. Por lo demás, mi más completo acuerdo con el análisis de Oskar Lafontaine: un 10. Da envidia (y rabia) que hoy día la izquierda con más luces en Europa esté en Inglaterra y Alemania, y el resto de países papando moscas: ¿qué pasa, es que ya no leemos y sólo estamos con la bobada de los wasaps, o qué ocurre? 

De todas maneras, el problema hoy es mucho más perentorio, es decir: urgente. El problema es que si un país quiere oponerse a las políticas criminales y de expolio mal llamadas de austeridad, el BCE le cierra el grifo del dinero. Es el BCE, y no los gobiernos nacionales, quien impone a su antojo la política económica a los países de la Eurozona, con la amenaza cierta de hundir la economía del país que pretenda salirse del carril: el caso de Grecia es abrumadoramente claro y ejemplar. (Es por esto —por poner un ejemplo— que al PSOE le resbala la aberración de que el PP le haga y apruebe los Presupuestos, porque ambos saben que los únicos Presupuestos que al cabo van a misa son los que imponga el BCE.) Así pues, ¿qué hacer? Hay que tener una respuesta AHORA a ese mal asunto. Y en mi opinión, lo único que cabe frente a la inmediatez del problema, es tener bien preparada una salida de emergencia para desconectarse del BCE. No se me ocurre otra. Y ya que estamos, la pregunta del millón: ¿por qué Tsipras descartó cualquier plan B para Grecia? Probablemente por una amenaza suficientemente grave por parte de Estados Unidos, que ni en sueños puede arriesgarse a que Grecia caiga bajo la órbita de poder de Rusia. Por la misma razón, Estados Unidos, por boca del FMI, exige una reestructuración (y eventual quita) de la deuda griega, a fin de que la permanencia de Grecia dentro del euro sea sostenible. Así pues, descartada una salida del euro, Tsipras estaba irremediablemente atrapado bajo las dobles garras de Draghi y Schäuble (los malvados de la película, como dice Lafontaine). Obviamente esa hipótesis es una mera especulación, pero no se me ocurre otra explicación plausible al "misterio" Tsipras.

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