22 de agosto de 2016

(¿Galgos o podencos?)

—Mientras discutimos si son galgos o podencos —dijo Meneses—, nos están metiendo un golpe de Estado solapado. Y si alguien piensa que exagero, es que está en la inopia. Por de pronto, la división de poderes —ejecutivo, legislativo, judicial—, esencial en un Estado democrático de derecho, se ha ido a pique delante de nuestras narices y sin que nadie, o casi nadie, proteste (el último número ha sido contemplar a la presidenta del Congreso a las órdenes, presuntamente, del jefe del ejecutivo). Por otra parte, el Frente Único de la derecha formado por PP-PSOE-C's garantiza la continuidad del régimen para un buen rato. Lo cual significa continuidad del expolio.

O quizá no tanto rato. El PP se va a quedar sin votantes al primer hachazo a las pensiones, tal como ocurrió en Grecia con Nueva Democracia. Porque los ancianos, si no hay pensiones, van a votar a Stalin, si resucita. La incógnita está en los votantes del PSOE: ¿seguirán creyendo, como los niños en los Reyes Magos, que el PSOE es un partido socialista y de izquierdas? Veamos:

El Estado del bienestar, gestionado por la socialdemocracia, fue el dique de contención contra una hipotética expansión en Europa del comunismo soviético. Un regalo de USA a Europa, junto con el Plan Marshall. Pero después del derrumbe de la URSS, los partidos socialdemócratas se fueron al paro. O, mejor dicho, debido a su credibilidad entre los votantes, se les encargó el trabajo sucio de desmantelar en todas partes el Estado social por innecesario. Se acabaron los chuches de bienestar. A estas alturas, el descrédito y la debacle de la socialdemocracia en Europa es irreversible. Excepto en España: aquí somos un mundo aparte y seguimos en la higuera como si tal cosa. ¿Hasta cuándo? Es seguro que tarde o temprano nos daremos cuenta que da lo mismo si son galgos o podencos, porque todos —PP-PSOE-C's— tienen el mismo amo. Pero, mientras, se habrán cargado el Estado de derecho. Es lo que tienen los fascismos de "cuarta generación", que cuando te das cuenta es tarde. Este es el problema. Y entonces, desde Argentina y Brasil, nos dirán bienvenidos al mundo y a la realidad.

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