20 de junio de 2017

(Estado plurinacional vs. nacionalismo fascista español.)

El problema territorial de España tiene una solución bien sencilla, si se miran las cosas de manera fría y objetiva: bastaría con dejar que Cataluña, el País Vasco y quizá Galicia, expresaran ellos, y solamente ellos, cuál es la relación que desean establecer con España. Esa relación podría ser A, B, C, D, E... o ninguna. Simple ¿no?

Este es el Estado plurinacional.

Entonces, ¿cuál es el problema? El obstáculo para una solución al problema territorial de España es el nacionalismo fascista español. Digo "fascista" porque el nacionalismo español actual proviene de la dictadura protofascista de Miguel Primo de Rivera, y desde entonces este nacionalismo (que algunos llaman "conservador" o de "derechas") se ha mantenido extremadamente activo hasta el día de hoy, pasando por la República y la larga dictadura de Franco. Actualmente en España no hay más nacionalismo español que el de la España Una, Grande e Indivisible, y si alguien conoce otro nacionalismo español le agradeceré que me lo advierta, porque siempre se aprende algo. 

Al nacionalismo fascista español de Primo de Rivera confluyó otro nacionalismo español, que podríamos llamar "progresista", el cual tuvo su origen con los liberales afrancesados que promulgaron la Constitución de Cádiz de 1812 (la Pepa), siguió una línea sinuosa y muy sobresaltada en el siglo XIX, siempre enfrentado con la monarquía absolutista, y culminó en el fértil movimiento regeneracionista (Giner de los Ríos, Joaquín Costa, Macías Picavea...) y la Institución Libre de Enseñanza, para finalmente con la Primera Guerra Mundial producirse una acusada derechización del nacionalismo español (Fiesta de la Raza, instaurada por Maura en 1918, etc., o en otro plano el breviario prefascista España invertebrada de Ortega y Gasset, publicado por entregas en El Sol entre 1920-22) hasta desembocar y fundirse con el nacionalismo protofascista de Primo de Rivera. No hay que olvidar que Miguel Primo de Rivera fue, ante todo, un "regeneracionista". El nacionalismo español, que en sus orígenes empezó siendo revolucionario, poco más de cien años después acabó transmutado en fascista (*). Así que el nacionalismo español actual, sea del PSOE o de C's es tan fascista como el del PP, digan lo que quieran, porque desde los años 20 del siglo pasado no hay otro nacionalismo español que valga. El PPSOE-C's más que "bloque constitucional" debería llamarse "bloque nacionalcatólico". Y ahí es donde estamos. Hasta que no sea liquidada y enterrada la España Una (enaltecida y consagrada en la Constitución de 1978) no es posible ninguna solución al problema territorial de España. Pasarán mil años y en Cataluña y el País Vasco habrán los mismos conflictos de encaje en el Estado.

Este es el gran problema político español. No hay otro (**). Azaña, en las Cortes Constituyentes de 1931, tuvo que lidiar con él, y emplearse a fondo. ¿Habrá hoy en España una cabeza tan bien amueblada como la de Azaña? Por supuesto que las hay, y no una, sino de sobra. Esa es nuestra gran esperanza. Porque lo grave no es que haya problemas políticos difíciles y complejos, sino que no haya políticos que estén a la altura de estos problemas. Quizá estemos más cerca de lo que pensamos de dar una solución definitiva a un conflicto que lleva arrastrándose más de cien años, y a veces con lamentables episodios violentos por parte del Estado, para vergüenza y oprobio de todos.

Coda. El PSOE, ya que ahora dice ser "la izquierda", haría bien en descabalgarse del nacionalismo fascista de la España Una.

(*) Es una temeridad condensar en seis líneas el nacionalismo español de los siglos XIX y primer tercio del XX, que, en líneas generales, no dista mucho de otros nacionalismos europeos: véase José Álvarez Junco, Dioses útiles. Naciones y nacionalismos (2016). Lo atípico en España es la larga dictadura de Franco, que sobrevivió a los juicios de Nuremberg, y nos ha dejado en herencia un nacionalismo español fascista que permanece intacto, porque no ha habido ningún proyecto de renacionalización. A ese respecto, dice Álvarez Junco: "Los vencedores de la guerra civil (...) llevaron a cabo, desde el primer día, el plan nacionalizador más intenso con el que nadie hubiera soñado nunca. Fue una campaña que siguió en buena medida los moldes del primorriverismo, aunque dejara chiquito a éste por su magnitud y carácter coactivo" (p. 187). Y ahí es donde estamos todavía.

(**) Bueno, sí hay otro, también de envergadura: la monarquía, la forma política del Estado.

Lecturas recomendadas
- Ramón Cotarelo, La nación de las izquierdas (21-6-2017)
 

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