3 de septiembre de 2015

(Quitarme a mí los 1.000 dólares.)

El artículo de Varoufakis parece un chiste de humor negro, pero tiene toda la razón: en Europa no hay ni asomo de democracia. Ello es así porque quien manda no son los políticos ni los parlamentos, ni sirven de nada las elecciones, sino los bancos. Nos gobierna una bancocracia, que no ha elegido nadie y sólo representa sus propios intereses. En este sentido, los ciudadanos, la gente, no pintamos nada, y estamos abandonados a nuestra suerte. Todos somos náufragos en esta Europa secuestrada por el Capital, y no será fácil recuperar la soberanía y por lo tanto volver a existir como personas, es decir, con dignidad. 

—Eso sí —interrumpió otra vez Aquilino—, antes nos van a desplumar, porque el único interés del Capital es éste. Tal como me dijo un taxista de Nueva York: "El capitalista tiene millones de dólares, y yo tengo 1.000 dólares. Pues bien, todo su afán y su lucha es quitarme a mí los 1.000 dólares." Y no parará hasta que lo consiga, tan cierto como el sol que nos alumbra.

(3 septiembre 2015)


(Adenda.—Diálogo entre Satanás y un banquero.)

—Mira —dijo Satanás a un banquero—, te doy 1.000 dólares, pero si los coges mañana se acaba el mundo.

El banquero ni se lo piensa, coge los 1.000 dólares y se va tan feliz. Y es que el banquero no tiene nada que pensar, porque para él no existe el tiempo: no hay pasado ni futuro, sólo un presente continuo. Por lo tanto, para él, eso de "mañana" carece de sentido. Si san Agustín viviera hoy día, nos explicaría que los banqueros viven exactamente en el Infierno, pues allí tampoco existe el tiempo, sólo este instante (los teólogos me corregirán si me equivoco, y yo agradecido). ¿Son "malvados" los banqueros? No necesariamente, en absoluto (aunque, eso sí, desprenden un fuerte tufo demoníaco). Ni siquiera son especialmente "amorales", esa categoría antropológica a mitad de camino de regreso entre lo humano y el animal, la cual nos está invadiendo de manera abrumadora desde los años 80, anegándolo todo: es esta aterradora e imparable regresión antropológica que padecemos y que nos llevará otra vez a las cavernas y a subirnos a los árboles. No, ni "malvados" ni especialmente amorales: un banquero simplemente se comporta de manera racional, según la racionalidad de su particular mundo, la cual consiste en coger los 1.000 dólares, y eso es todo. Ahora bien —y ése es el corolario del cuento—, no hay que ser un lince para darse cuenta de que si el mundo es gobernado por el Capital financiero, el mundo, y nosotros con él, tenemos los días contados, puesto que la "racionalidad" financiera sólo nos puede llevar a la destrucción total y absoluta. Y eso también es tan cierto como el sol que nos alumbra.
(4 septiembre 2015)

Lecturas recomendadas
- Yanis Varoufakis, Democratizar la Eurozona (1-9-2015)

No hay comentarios:

Publicar un comentario