—Como nunca he sido comunista, o quizá
lo he sido siempre sin saberlo —dijo Meneses—, no me siento capacitado
para hablar de este hecho. Sí; todos nos sentimos un poco huérfanos con
esa muerte. El comunismo, como el cristianismo, no se imponen: se es
comunista, como se es cristiano, por convicción. El cristiano cree en
Jesucristo, el comunista cree en la dignidad de todas las personas, y
por lo tanto su ideal es la sociedad sin clases. Nunca sabremos qué hubiera podido ser Cuba sin el criminal bloqueo
impuesto por el Imperio desde 1960 y que aún perdura. Descanse en paz,
en el cielo sin clases donde no existen "estas dos palabras de tuyo y mío" (*), Fidel Castro.
Lecturas recomendadas
- Alberto Garzón, Un trozo de nuestra historia se apaga con Fidel (26-11-2016)
- Editorial / La Jornada, Una vida que articula varias generaciones (26-11-2016)
- Atilio A. Boron, Fidel: su legado (26-11-2016)
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