20 de marzo de 2017

(Democracia y soberanía monetaria.)

—Siento decir que Stuart Medina tiene más razón que un santo —profirió Aquilino—. Hemos de enfrentar el problema: no existe la Unión Europea, existe la Europa alemana. Y bajo la bota alemana, disfrazada tanto como se quiera de "solidaridad" retórica, los países periféricos no levantaremos cabeza, sino todo lo contrario. Podemos pasarnos décadas en el pozo, y sumando deuda. Hay que recuperar la soberanía monetaria, y cuanto más se tarde, peor: ahí está Grecia como demostración. En realidad, jamás debimos aceptar el chantaje del BCE en agosto de 2011, y es entonces cuando debimos abandonar el euro inmediatamente. Pero Irlanda no se atrevió, Zapatero muchísimo menos, Tsipras ni se lo planteó, y el precio que estamos pagando con la destrucción de los países es demencial. Ahora bien, dentro de la ratonera monetaria, que sólo beneficia a los grandes bancos, el futuro que nos espera en el mejor de los casos lo ha pintado muy bien Stuart Medina: "ser un agente secundario en Europa limitado a ofrecer productos hortofrutícolas y servicios de hostelería a los más prósperos vecinos del norte". Una prolongación de Marruecos en el sur de Europa, y gracias. Y así no vive nadie, ni sobrevive. Además, lo de "hortofrutícola" será mientras haya agua, que esta es otra. Por lo que respecta al bendito proyecto de "democratizar" la UE (Varoufaquis), suena lo mismo que democratizar la banda de Al Capone.

Por otra parte, hay que recordar que la solidaridad alemana quedó brutalmente clara con Grecia, y quien espere otra cosa de esta UE es un iluso. Es decir, hay un antes y un después del 12 de julio de 2015 en Europa, y hay que estar ciego como un topo para no verlo. Y la guinda, reciente, es un jefe del Eurogrupo que se dedica a insultar a 200 millones de europeos, y no dimite. Francamente, a veces cuesta distinguir la derecha de la extrema derecha.

Si la izquierda no se atreve a plantear esos asuntos —concluyó Aquilino—, será la extrema derecha la que arrase en Europa por poco que sepa aprovechar la oportunidad: es decir, el miedo y la dejación de la izquierda. Y si no es ahora, será luego, porque la gente necesita donde agarrarse: no puede aceptar, y con razón, que el futuro sea peor que el presente. Ahora bien, la extrema derecha es la última baza del Capital: que nadie se engañe. Trump se encargará de demostrarlo en USA, y no va a gustar a nadie, y menos a quienes le votaron.

Del PP ya ni hablo, porque la política de la derecha nacional respecto a Europa es tan chusca como eso: "Que otros nos den de comer, a cambio de lo que quieran, que mientras comamos lo mismo nos da." Amén. Mi perro Bartolo piensa igual. 


Lecturas recomendadas
- Stuart Medina, España debe abandonar el euro inmediatamente y recuperar su soberanía monetaria (18-3-2017) 


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