—Algunas ciudades, como Barcelona, y
numerosas localidades de la costa del Mediterráneo se han convertido en
"parques temáticos". Pero no como Disneyland Paris, donde van
pacíficamente los niños con sus papás. Aquí llegan auténticas hordas de
vándalos dispuestos a cometer el máximo de salvajadas en el menor tiempo
posible: lo llaman divertirse. Para eso han pagado el billete de avión.
Yo vivo en una población costera de Alicante, y un hecho tan simple
como recorrer los 200 metros que separan mi casa de la panadería se
convierte en un deporte de riesgo. Hay veces que me lo pienso antes de
salir a la calle, porque no sé cómo no me ha aplastado una manada de
ciclistas furiosos haciendo eses entre la gente, monopatines asesinos,
docenas de patinador@s a tumba abierta, o corredor@s de footing
que o te apartas a tiempo o te pasan por encima. Llego a la panadería
con el corazón a 120. Es obvio que las aceras ya no sirven para lo que
servían. Lo que nadie consigue explicar es dónde hemos de meternos los
peatones, esa especie a exterminar por vía de hechos consumados. Luego,
de regreso milagrosamente entero y sin nada fracturado, con la heroica baguette
en una mano, me prometo a mí mismo que una de dos, o no salgo de casa
de por vida, o me voy a la Siberia. ¿Eso es "turismofobia"? Eso es,
simplemente, que no se puede vivir en medio de un parque temático ad hoc para desahogo low cost de las hordas salvajes de media Europa. Lo que antes llamábamos turismo.
Lecturas recomendadas
- Jesús Mota, ...Y ahora la letanía de la "turismofobia" (15-7-2017)
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