15 de julio de 2017

(Turismofobia.)

Algunas ciudades, como Barcelona, y numerosas localidades de la costa del Mediterráneo se han convertido en "parques temáticos". Pero no como Disneyland Paris, donde van pacíficamente los niños con sus papás. Aquí llegan auténticas hordas de vándalos dispuestos a cometer el máximo de salvajadas en el menor tiempo posible: lo llaman divertirse. Para eso han pagado el billete de avión. Yo vivo en una población costera de Alicante, y un hecho tan simple como recorrer los 200 metros que separan mi casa de la panadería se convierte en un deporte de riesgo. Hay veces que me lo pienso antes de salir a la calle, porque no sé cómo no me ha aplastado una manada de ciclistas furiosos haciendo eses entre la gente, monopatines asesinos, docenas de patinador@s a tumba abierta, o corredor@s de footing que o te apartas a tiempo o te pasan por encima. Llego a la panadería con el corazón a 120. Es obvio que las aceras ya no sirven para lo que servían. Lo que nadie consigue explicar es dónde hemos de meternos los peatones, esa especie a exterminar por vía de hechos consumados. Luego, de regreso milagrosamente entero y sin nada fracturado, con la heroica baguette en una mano, me prometo a mí mismo que una de dos, o no salgo de casa de por vida, o me voy a la Siberia. ¿Eso es "turismofobia"? Eso es, simplemente, que no se puede vivir en medio de un parque temático ad hoc para desahogo low cost de las hordas salvajes de media Europa. Lo que antes llamábamos turismo

Lecturas recomendadas
- Jesús Mota, ...Y ahora la letanía de la "turismofobia" (15-7-2017)

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