9 de enero de 2017

(Anticapitalistas.)

Decía Meneses que le gustaría conocer a un o a una anticapitalista para que le explicara qué es eso del anticapitalismo y cómo se come. Porque está claro que si uno es anti-Estado, anti-propiedad privada, anti-arroz con leche o anti-lo que sea, habrá de proponer algo que sustituya, y a ser posible con ventaja, al Estado, la propiedad privada, el arroz con leche o lo que sea. ¿Qué sustituye, y a ser posible con ventaja, al capitalismo? Nótese que el sistema social que haya de sustituir al capitalismo, llamémosle sistema X, ha de ofrecernos como mínimo las mismas comodidades de las que disfrutamos, porque a nadie le gustaría, por ejemplo, que le operaran sin anestesia y con un hacha. Invito a los anticapitalistas a que expliquen de manera clara y comprensible, y sin irse por las ramas ni los cerros de Úbeda, cuál sería ese sistema sustituto del capitalismo. Si alguno lo consigue, no tenga duda de que: a) habrá superado a Marx y hasta a Lenin con creces, y b) será candidato indiscutible al próximo Nobel de Economía.

Meneses era bastante pretencioso, a veces, y hasta dogmático por sus afirmaciones rotundas. Pero aborrecía comulgar con ruedas de molino. Y aun a riesgo de que le tacharan de rematado pedante, decía que se atrevía a dar una pista a los anticapitalistas de en qué podía consistir ese sistema alternativo al capitalista: "La única alternativa al capitalismo —decía Meneses, con aire suficiente—, y recalco lo de única, que se dice pronto, es esta: trabajar gratis. En un futuro quizá no muy lejano quienes trabajen gratis serán perseguidos como los más peligrosos terroristas. Pero el trabajo gratuito se extenderá por el mundo como una mancha clandestina imparable. Al final, los capitalistas quedarán como propietarios de enormes montones de papelitos y absurdas anotaciones bancarias, pero no podrán comprar ni una piruleta con todo ello. Dejo ahí este enigma —concluyó Meneses—, no tan oscuro como el de la Esfinge, por si algún anticapitalista quiere calentarse la cabeza a base de bien. Siempre será eso más productivo que aburrirnos con montañas de demagogia."

Añadía además Meneses que lo último que necesitamos en estos momentos es demagogia, que para eso ya está la derecha, que lo borda (véase Trump en Estados Unidos y el océano de demagogia con que nos abruma la derecha radical en toda Europa, sin excluir al PP en España), sino respuestas eficaces al brutal expolio económico y de derechos en todas partes.

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