4 de enero de 2017

(La tomadura de pelo de las estadísticas del paro, explicado por un filólogo.)

—Supongamos un país llamado Rajoylandia donde hay 10 trabajadores —empezó explicando Zacarías, que había estudiado economía doméstica en el Instituto Laboral de Pedrosillo—. De estos 10 trabajadores, 5 trabajan a tiempo completo y 5 están en paro. Ahora bien:

1) De estos 5 parados 2 se hartan y se marchan de Rajoylandia, ese gran país y mucho país, para buscarse la vida donde sea. Es la "movilidad exterior" que decía la ministra, y para el actual de Exteriores "enriquece" y te da "amplitud de miras" (¡ole!). Lástima que los que se van sean los jóvenes. Es como si a tu cuerpo se le escapara la sangre a chorro debido a una tremenda hemorragia. Pues a Rajoylandia se le escapa la sangre a chorro: figúrate cómo nos estamos quedando (1). Pero el gobierno de Rajoylandia tan ancho, ni se inmuta. Por último, otro de los parados desaparece estadísticamente en la "exclusión social", comiendo de la beneficencia y durmiendo al pairo, y finalmente otro de los parados se suicida o se muere de asco. En total, desaparecen 4 de los 5 parados. Titulares de los medios de comunicación mercenarios en manos de los bancos, los medios palmeros de la oligarquía patria: "El paro disminuye en un espectacular 80 %. El gobierno se felicita y anima a seguir por la misma senda." Pero lo que se ha reducido no es el paro, sino el número de trabajadores, y donde antes había 10 ahora sólo hay 6. Lo cual no es ninguna buena noticia, y la explicación es fácil: de seguir así, pudiera darse el caso extremo de que en Rajoylandia no haya nadie trabajando, con lo cual ya me contarás de qué comemos. Ahora bien, ¿cómo aumentar el número de trabajadores? Muy sencillo:

2) Vista la facilidad con que disminuye el paro por sí solo, lo de crear empleo está chupado, tan chupado que Báñez y la Virgen del Rocío se bastan y sobran. Es como el milagro de los panes y los peces, pero versión laboral: donde antes había un trabajador a tiempo completo, lo echamos a la calle y contratamos a 3 a tiempo parcial (y además cobrando menos en total que el trabajador despedido). En nuestro caso de Rajoylandia, echamos a la calle a los 5 trabajadores a tiempo completo y volvemos a contratar a esos mismos 5 más otros 10, pero a tiempo parcial. He ahí el milagro: donde antes había 5 trabajadores ahora tenemos 15 precarios (precarios y pobres, es decir, bien jodidos). Por cierto, ¿te has fijado en la cara de radiante felicidad de la ministra Báñez? (2). Titulares de la prensa mercenaria: "El empleo ha crecido un fabuloso 300 %. Las reformas han sido un éxito y Rajoylandia es todo un ejemplo a seguir. El gobierno no cabe en sí de satisfacción y alerta sobre el peligro de aventuras populistas que echen por la borda todo lo mucho conseguido con tanto esfuerzo." Pero el total de horas trabajadas en Rajoylandia es el mismo, tanto con 5 como con 15 trabajadores. Simplemente hemos repartido el trabajo y donde antes había 5 trabajadores que malvivían a media dignidad ahora tenemos 15 desdichados medio esclavos y la dignidad se la tienen que inventar. Dicho técnicamente: la "productividad" en Rajoylandia sigue sin levantar cabeza, y aun va a menos. Y es que a pesar de ¡siete horribles largos años! de salvajes reformas y ajustes, las empresas todavía siguen echando trabajadores a la calle, y a miles, de manera que por más inventos que se hagan repartiendo el trabajo que queda, el total de horas trabajadas, que es lo que cuenta, ¡disminuye! (3). Y al final nos estamos quedando en lo que ya somos: un país y mucho país de camareros y kellys (eso sí, mientras siga funcionando el turismo). Y de eso no podemos vivir 47 millones de habitantes, lo cual entiende hasta la ministra. ¿Entonces de qué vivimos? De la deuda: vivimos a crédito (mientras san BCE siga comprando nuestra deuda) (4). Pero esa es otra historia.

La OCDE ya ha advertido a Rajoylandia de que una cosa es la reforma laboral y otra distinta es la destrucción del mercado de trabajo y la depredación irresponsable de las empresas con la connivencia de un gobierno irresponsable y sin escrúpulos y cuya única preocupación es enriquecer a nuestra costa a los delincuentes de dentro y de fuera, y no ahogarse en la mierda de la corrupción generalizada que ya le llega hasta la boca. 

Total —concluyó Zacarías—, en Rajoylandia crece el "empleo" (sic) pero disminuyen las horas trabajadas. Cosas más raras se han visto, amigo Melquíades. Pero por si acaso agárrese fuerte para cuando se le acabe el cuento al gobierno del PP.

(1) Lo peor es que se marchan los jóvenes más preparados, y aquí sólo va quedando la masa más ignorante y energúmena que engrosará las hordas del fascismo que se avecina. Tradicionalmente, España exportaba lo peor, ahora emigra lo mejor: la diferencia es sustancial. Puede que en unos años no quede en Rajoylandia nadie capaz de hacer la o con un canuto. Y si desmantelamos la educación pública, ni te cuento. Otra vez África empezará en los Pirineos, lo cual ya comienza a notarse.

(2) No, no es imbécil, los imbéciles somos nosotros que la votamos. Y ello vale especialmente para los votantes mayores de 55 años que creen, como los niños en los Reyes Magos, que el PP les garantizará las pensiones, por aquello de que es un partido "serio" (!), y ahora ven cómo las pensiones se les evaporan porque tienen que mantener a hijos y nietos que no encuentran trabajo (!). Y espérate a que llegue el hachazo a las pensiones, con el cuento de que se acabó el fondo y, como dice el vallenato de Alejo Durán, "como plata no tengo, no doy más". Un fondo de reserva que jamás debió de haberse tocado, pero que se ha dilapidado adrede, precisamente, para ahora poder decir: se acabó lo que se daba, hay que recortar a lo bestia, y en adelante el que quiera pensiones que vaya a los bancos. Pero antes te aconsejo que vayas a Chile y te informes allí del drama de quienes hace 30 años contrataron planes privados. En Chile es ya una tragedia social.

(4) Pronóstico de Zacarías: el BCE seguirá comprando deuda hasta que Alemania diga hasta aquí hemos llegado. Porque será Alemania la primera en romper la baraja y la que salga del euro. La única incógnita es hasta cuándo aguantará. Mientras, irse preparando para un default nunca visto, a no ser que a alguien se le ocurra la idea de desmantelar el euro de manera ordenada. ¿Habrá luces para tanto? Alemania tendrá la última palabra, en eso como en todo. Así pues, quienes propugnan salirse del euro pueden descansar tranquilos porque la moneda única tiene los días bien contados. La única incógnita es cuándo y sobre todo cómo va a desaparecer.

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