Tuit 299 - 30 abril
—Algún día —empezó diciendo Meneses— habremos de poner también nuestra atención en esas organizaciones arcaicas que llamamos iglesias (o sectas, según el pedigrí), cuyo objetivo no es la salvación de nuestras almas, sino el poder, el cual se ejerce y se mantiene mediante el terror sobre
las poblaciones (por poner un ejemplo, la prohibición del aborto es una
herramienta moderna de terror y sometimiento contra las mujeres, nada
que ver con la "defensa de la vida"). Unas poblaciones que se desean
crónicamente sumidas en la miseria, porque no hay nadie más dependiente
del poder que quienes no tienen qué comer.
Digo todo esto porque
la pesadilla de Madrid me ha recordado que la extrema derecha y las
iglesias de las confesiones que sean, van siempre de la mano en todas
partes: Estados Unidos, Brasil, México, España, India, Filipinas y donde
se mire. Allí donde hay un energúmen@ siempre veremos también un sacerdote ultramontano de la confesión X, dispuestos ambos a planchar la población.
Total: extrema derecha e iglesia son un pack. Y en España un pack terrorífico.
Tengamos todo esto en cuenta, porque dudo que a la mayor parte de la sociedad española le entusiasme regresar a la caverna y a los tiempos del oscurantismo. Todavía algunas plazas y calles de Madrid apestan a carne humana chamuscada.
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Tuit 300 - 1 mayo
—Lo más patético que se ha inventado, después de la paella con chorizo —siguió diciendo Meneses—, es el trabajador que vota a la derecha. He de confesar que nunca he logrado entenderlo, y no será que no le haya dado vueltas. ¿Cómo un trabajador puede votar a la derecha? Es un misterio.
La explicación fácil, la primera que se le ocurre a cualquiera, es que los trabajadores que votan a la derecha son sencillamente idiotas.
Pero quizá hay otra explicación: y es que hay individuos, no necesariamente idiotas aunque sí notablemente menguados, que creen que los ricos están a su favor. Vamos, que si uno se porta bien, es decir, si mueve el rabo bien sumiso, y es servil y hasta va arrastrándose por los suelos, los ricos le echarán una mano en caso de apuro y desde luego no le dejarán tirado, etc. etc. Hay mucha gente (sic) convencida de la innata bondad y generosidad de los ricos y poderosos para con el pueblo suficientemente agradecido.
No sé, no se me ocurre más explicación.
Intuyo, sin embargo, que este comportamiento tiene raíces ancestrales y hondísimas en España, que los antropólogos deberían explicarnos. Sea como fuere, en un país donde el caciquismo de los don José y don Cipriano, ha sido (¿es aún?) tan endémico como la miseria, no es una hipótesis tan descabellada.
Digo todo eso por las elecciones de Madrid, intentando entender un fenómeno para mí ininteligible. Que en el barrio de Salamanca y en La Moraleja voten a PP/Vox, se entiende. Pero fuera de estos barrios lo razonable, y lo esperable, es que se votara al Partido Estalinista Revolucionario si existiera, como mínimo. Aunque a lo mejor soy yo, que no tengo más luces, y no alcanzo a estos niveles.
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—El problema de Cataluña es muy difícil de entender, incluso para los catalanes. Confieso que yo mismo he perdido el hilo por momentos.
Sin embargo, se me va a permitir que diga mi opinión, resumida en dos líneas: desde 2010, Cataluña ha padecido un maltrato de tal magnitud por parte del Estado (y no solo por parte del Estado), ha sido humillada de tal manera y ha sido tratada de modo tan injusto, que Cataluña está ya materialmente fuera de España, y en mi opinión es imposible que vuelva a formar parte de España algún día. Formalmente, Cataluña sigue en España, pero materialmente está fuera de ella, y esto de manera irreversible. Este es el problema de Cataluña.
Pero hay más: este a la vez estar y no estar fuera, ha derivado en un estado peculiar: el de zombi. Cataluña es hoy un zombi crónico. Nada funciona en Cataluña ni puede funcionar. ¿Puede desaparecer Cataluña? Cataluña está ya medio desaparecida y al borde de la consunción.
Este es el problema de Cataluña.
¿Tiene solución este problema? Lo dudo. Pero desde luego si el gobierno del Estado, el que sea, no mueve un dedo, la solución, de haber alguna, es más que imposible. Y si el Estado encima sigue machacando Cataluña y a los catalanes, como sigue ocurriendo, con ferocidad y ensañamiento inauditos en un Estado democrático de derecho, entonces despidámonos de Cataluña para siempre jamás. Los muertos no resucitan. Los zombis, no sé.
Así pues, la situación de España da vértigo: Cataluña convertida en un zombi, y Madrid degenerado en una guarida de delincuentes y hooligans de extrema derecha. Todo ello aliñado con una deuda externa de 2,23 billones de euros (200 % del PIB). Recemos para que la UE dure algunos meses más.
(Continuará.)
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